Curaduría XI Salón Regional de Artistas Centro Occidente

Estas son algunos de los textos sobre reflexiones que el colectivo AGORA LEP de Manizales - Colombia ha hecho en torno a las prácticas estético pedagógicas en relación a lo público, en un proyecto desarrollado durante el XI salón Regional de Artistas y el 40 salón nacional de artistas. Propuestas desarrolladas a lo largo de dos años de investigación en conjunto. Después de dos años de conformación del colectivo interdisciplinar.

Monday, June 05, 2006

Dispositivo de exposición VESTIGIOS DE LO URBANO

La aparición de lo imaginario, de lo simbólico, de lo no real- real, es producto de aquellas manifestaciones sensoriales y afectivas que los individuos configuran sobre su realidad, para provocar en ella otras aproximaciones con lo que los rodea, para denunciar lo que no se admite, para transgredir y subvertir esas normatividades que limitan nuestro entorno, nuestra realidad y nuestro contexto vivencial y existencial.
Dichas manifestaciones humanas que atraviesan caminos fuera de lo estipulado, fuera de lo “normal”, hacen su presencia en espacios cotidianos, espacios que aunque son determinados y organizados por otros, no dejan de ser los escenarios perfectos para romper con todos esos dispositivos de poder y de control que, en últimas, lo único que hacen son coartar nuestros encuentros confusos y difusos, mágicos y exóticos, metafóricos y oníricos. En definitiva es desdibujar la realidad para provocar en ella otras posibilidades de decir, de enunciar y de denunciar . Esos lugares y espacios en los cuales se hacen posible dichas acciones de ruptura se encuentran en ese territorio geográfico que posee movilidades y lentitudes de distintos tipos, de distintos colores y olores. Aquel territorio es la ciudad, ciudad comprendida como escenario sobre el cual se hacen presente manifestaciones urbanas, porque son ellas las que le dan vida a ese monstruo de asfalto.

La ciudad es un terreno sobre el cual se hacen presentes todas esas simbologías que, de una u otra forma, son las que hacen evidentes nuestras percepciones y visiones de mundo; dichas simbologías, configuran el mundo urbano para comunicar, denunciar y permear todas las estructuras sociales en las cuales estamos enmarcados.

Cuando nos referimos a lo que es la ciudad nos debemos relatar cuestionamientos que nos inciten a su reconocimiento y a su encuentro, ¿que nos queda tras la deriva permanente en la ciudad?, ¿qué recordamos de ella?, ¿qué le quitamos y qué le damos a la ciudad?, ¿cuáles son nuestros encuentros en la ciudad?, ¿será acaso la ciudad un espacio inmóvil al que le damos movilidad; o será un monstruo muerto que debemos despertar para que nos dé su furia?....

Si comprendemos que es en la ciudad y en sus espacios donde el hombre hace la aparición de sus deseos, de sus angustias, de sus proyecciones, de sus fracasos y de sus complejidades, también debemos admitir que es el ser humano quien le da a la ciudad espacios de reflexión y de crítica y es justo aquí donde entran las expresiones estéticas, ya que las experiencias urbanas se dan y se construyen por medio de estéticas que reflejan simbolismos de sentires y de vivencias.

Así pues, cabe preguntar ¿cómo habita el arte la ciudad?, ¿Qué nos permiten las expresiones artísticas y estéticas en la ciudad?, ¿cómo configura el arte y sus modos de expresión, la urbe?

El arte, como esa configuración de visiones de mundo y de realidad, nos lleva a cuestionarnos sobre el papel que cumple el arte en la ciudad y cómo se involucra con esas dinámicas sociales para hacer reflexiones y, sobre todo, propuestas comunicativas que den cuenta de problemáticas sobre las cuales se mueven los actores sociales.

Entendiendo lo anterior, diremos que el arte es un hacer político, es decir, es ese modo humano sobre el cual se ponen en evidencia, de forma estética, esas percepciones que se tienen sobre la realidad y desde allí, reconocer nuestra responsabilidad con la realidad y con lo que nos es propio.

Pero para hacer efectivo lo dicho se requiere, en primera instancia, que quienes están llamados al actuar estético y artístico reconozcan, no sólo su responsabilidad con la construcción de ciudad, sino que además, deben involucrar en sus prácticas a los mal llamados espectadores, para que dejen de ser eso, espectadores, y se involucren con el artista en ese otro modo de hacer ciudad.

Para llevar a cabo toda esa dinámica de encuentro con el espectador participante y con la ciudad, el artista debe recorrer, deambular, callejear y hacer deriva en la movilidad de la urbe para reconocer los modos en los cuales se encuentran y se comunican sus habitantes. Recorridos urbanos, propuesta hecha por Ana María Llano, artista pereirana, para poder identificar y vincularse con esas expresiones del afuera, un afuera complejo, un afuera público y privado, un afuera con multiplicidad de habitantes, todos ellos con diferentes modos de enfrentar la realidad.

Pero los recorridos ganan validez e importancia cuando admitimos que en ese reconocimiento y encuentro con lo que hay en nuestras ciudades, quedamos marcados, quedamos con huellas sobre nuestra piel. Nos construimos y somos por todo lo experimentado y vivido y, es por este motivo, que nuestro cuerpo será también mapa porque cada uno de sus rincones posee historias, ha sido marcado para permitirnos ser. Claudia García, artista manizaleña, refleja, en su propuesta estética todas esas huellas que le han permitido ser, que la han impulsado a reconocer que caminar por la ciudad implica darle la bienvenida a las experiencias múltiples y, al mismo tiempo, a quedar marcada por ellas.

Las huellas que nos posibilitan construirnos, también nos llevan a que nuestra visión sobre el mundo sea diferente. Cada uno de nosotros ve la ciudad y sus espacios de diferentes formas, con distintos colores y olores, es por este motivo que los ojos serán aquellos responsables de mostrarnos la ciudad, son ellos los que nos darán el acceso a ese encuentro con el afuera. Reconociendo que cada cual ve diferente la ciudad, nos encontramos con alguien que nos involucra en su modo de ver la ciudad; Georgina Montoya, artista manizaleña, con su propuesta estética nos invita a que reconozcamos, critiquemos y construyamos sobre su percepción de ciudad y, desde allí, nos invita y nos insita a una construcción de colectividad para llegar a posibilitar comunidad, sociedad y ciudad.

La invitación para la construcción colectiva es puesta en evidencia por Leonardo Trejos, artista pereirano, quien con su trabajo, INTERFERENCIA, nos convoca a encuentros que interrumpan con la pesada y tediosa cotidianidad y, así mismo, posibilitemos nuevos modos de encontrarnos y de intervenir esos espacios públicos que nos son propios pero que poco a poco nos los han ido privatizando. El artista nos lleva, nos empuja a que seamos en conjunto para que le demos a la ciudad otras posibilidades.

Para darle cierre a este encuentro escritural, diremos que la ciudad no es sólo edificación, es también urbe, entendiendo esta última como movilidad, vida y muerte, angustia y alegría, desesperanza y sobre todo esperanza. Es por este motivo que los invitamos a reconocer todos esos vestigios urbanos que yacen en sus ciudades y en las que no son suyas para que reconozcan lo que somos y lo que podemos ser.

Ana María Rivera

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