Curaduría XI Salón Regional de Artistas Centro Occidente

Estas son algunos de los textos sobre reflexiones que el colectivo AGORA LEP de Manizales - Colombia ha hecho en torno a las prácticas estético pedagógicas en relación a lo público, en un proyecto desarrollado durante el XI salón Regional de Artistas y el 40 salón nacional de artistas. Propuestas desarrolladas a lo largo de dos años de investigación en conjunto. Después de dos años de conformación del colectivo interdisciplinar.

Thursday, June 29, 2006

DISPOSITIVO DE EXPOSICION PASOS Y PESOS DE LAS VIOLENCIAS

Desde este dispositivo de exposición los artistas desarrollan múltiples miradas a los procesos de configuración de las violencias tanto en el país como en la región, permitiéndose salidas plásticas que logran ir más allá de la denuncia para configurarse en conciencia política y poética de presente, en memoria mítica del pasado y en apuesta de futuro consolidada bien a partir de la fuerza de las imágenes que presentan o del peso de los materiales usados en las obras que conforman tal conjunto.

Así, una propuesta escultórica como la de Álvaro Julián Cardona explora los vestigios objetuales de las guerras y no sólo de éstas, sino además de la contundencia de las violencias cotidianas que sumen el país.

De esta manera, Álvaro Julián con su obra A plomo se sumerge en espacios cotidianos como peñas, plazas de mercado y otros mucho menos recomendables, para rescatar tanto los pequeños tesoros de grupos sociales despojados como los objetos proscritos de la guerra y así ensamblarlos como presencia escultórica de las dinámicas sociales que transforman, desde hace varios decenios, no sólo la integridad de lo nacional, sino además la vida cotidiana del país.

A plomo es una obra cargada de sentidos y búsquedas que no se abre a la primera mirada; los múltiples referentes, símbolos y significados que en ella se presentan la deshacen y reconfiguran. Aproximarse a ella y desentrañar las perspectivas que nos permite se convierte al mismo tiempo en el juego de lanzar una moneda al pozo de las violencias que nos circundan y esperar después de ello el monstruoso deseo que pueda devolvérsenos como favor.

Posteriormente, dentro de este dispositivo, nos es posible observar la obra de César Augusto Martínez quien ocupado de los juegos, historias y referentes infantiles presenta el doble y ambiguo rostro de las violencias. Asombrosamente Ojos de lobo nos deja ver el fantasmagórico bosque del cuento infantil, pero oculta el cuerpo de los niños que en éste se guarecen, llevándonos a comparecer en la obra junto con la mirada del monstruo que acecha.

César se ocupa en ésta y en otras de sus obras, de la compleja relación de las violencias que hoy se nos hacen más próximas y familiares a través del contraste visual entre la fuerza y agresividad de los materiales y el montaje, y las sutilezas infantiles que los títulos de sus trabajos sugieren.

De igual modo, el proceso de hallar los objetos y los materiales, los pigmentos y la oxidación adecuada dan a la obra de César el lugar de una exploración a medio camino entre lo inmediato del objeto encontrado y la mediatez de su fuerza simbólica en tanto ensamblaje y composición tridimensional.

Así mismo, la obra de Luis Fernando Arango Campos de paz a través de la colección de botas y el contraste con zapatos de niños nos propone este escabroso contraste entre la fragilidad del caminar infantil en contraposición con las oscuras pisadas de la guerra.

La conciencia política de Luis Fernando logra cubrir el amplio panorama de los actores sin fijar su mirada crítica sobre alguno en especial, aunque sí matizando visualmente las modalidades de su presencia. Es así como en el fondo del recinto que circunscribe su instalación se proyecta reiteradamente el extenso campo de militares desaparecidos, entre juegos visuales que apuntan al mismo tiempo a la sátira y al contraste.

No bastando la fuerza de la obra Luis Fernando, paralelo a la exhibición se permitió el desarrollo de las primeras fases de su proyecto de intervención artística No más hijos para la guerra, en el cual a través de la visita continuada a colegios y universidades se propone debatir y contrastar las distintas visiones y favoritismos que aparecen en los espacios escolares con respecto a la guerra, al tiempo que, en un ejercicio en el que la acción quiebra la representación, se deja llevar por una performancia continuada que busca resultados prácticos respecto a la aceptación social de las violencias.

De un modo similar la obra 70% del colectivo Griffos de Neón, constituido por los hermanos García, se propone abrirse al debate con la verdad estadística mediatizada a través de la exhibición de algunas piezas más próximas a la publicidad y la propaganda que al objeto artístico propiamente dicho.

La obra de los hermanos García se permite el debate abierto con el público a través de la proyección de un material documental conexo al trabajo y la realización de foros públicos en los que se da cuenta del papel de los medios de comunicación en la configuración de la realidad política actual, y del favoritismo de uno u otro actor parlamentario.

Este trabajo ha sido concebido por su naturaleza más como acción que como objeto con lo cual su realización cabal se da en el ejercicio de discusión y construcción de opinión pública.

Finalmente y como condensación de las exploraciones anteriores, Lwdin Franco en su obra El paso del Quindío logra vincular el trasfondo histórico de una técnica como la cerámica con la contemporaneidad de un procedimiento como la instalación.

Pero no sólo en los procedimientos y técnicas pasado y presente se vinculan, sino además en el ámbito de la significación de la obra, aquí Lwdin logra encontrar los extraños pasajes entre la batalla como hecho histórico y la lucha contra el olvido como acontecimiento poético.

El paso es una conmemoración mítica de la muerte y de los muertos, transversal no sólo a la nuestra, sino además a otras culturas, como lo descubría una observadora oriental al detenerse en la contemplación de este trabajo. Esta obra se comporta como un nuevo relato de fundación en el que el barro y la mano creadora cuecen una metáfora un tanto más fatal.

De este modo, las figurillas oscuras que penden del espacio vacío, la desesperación de aquellos pequeños hombres y mujeres, traslucen la fatalidad de las muertes y nos transportan a una dimensión tristemente connatural a la aparición de lo humano mismo.

Sandra Lucía López
Mauricio Vásquez

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